Las reflexiones que siguen a continuación tratan de ofrecer una respuesta breve, respetuosa y profesional a las sorprendentes y, a nuestro juicio, poco atinadas afirmaciones vertidas en la prensa asturiana, extraídas, según dichos medios, de diversas intervenciones a lo largo de las últimas sesiones del controvertido juicio sobre el crimen del peluquero avilesino Alfredo Fernández.
Lo primero que cabe destacar es la necesidad de diferenciar la disciplina Grafística, Pericia Caligráfica y Documentoscópica de aquella otra Psicología de la Escritura, conocida popularmente por grafología y que se enmarca en otro terreno como es el de las técnicas proyectivas refractarias.
Aunque ambas se ocupan de la conducta gráfica y su fenomenología multimodal, su metodología y diagnosticidad es claramente diferente. En el primer caso, la Pericia Caligráfica o Grafística trata de establecer una relación causal de autoría, perfectamente posible y garantizable a través de un protocolo de actuación y registro que, desde luego, nada tiene que ver con «adivinaciones» u «opiniones intuitivas».
En el segundo caso, la Grafología Psicológica o caracterológica establecería correlaciones significativas entre la conducta gráfica, el entramado anímico y las aptitudes más representativas del sujeto escribiente.
Ocupándonos exclusivamente de Grafística o Pericia Caligráfica, objeto de cuestionamiento injustificado por algunas de las partes intervinientes en el juicio que nos ocupa, hay que señalar que se trata de un conjunto de técnicas y metodologías basadas en datos empíricos y utilizada en el ámbito policial, criminalístico y forense en todo el mundo, con un peso probatorio plenamente justificable y justificado.
En España actualmente se trata de una disciplina científica con estudios universitarios en la categoría de máster, ubicados en la Escuela de Postgrado de la Universidad Autónoma de Barcelona, con todos los requisitos ya adaptados a la nueva normativa europea y en la que se forman actualmente y desde hace varios años a expertos de distintos cuerpos policiales del Estado español, la Policía autonómica de Cataluña -Mossos d’Esquadra-, Ertzaintza, Policía Foral de Navarra y también, desde luego, a peritos calígrafos profesionales.
Expresiones como las que recoge la prensa de estos días, atribuidas al fiscal del caso, con argumentos como que una prueba de documentoscopia «Ées una adivinación» o que «es una pseudocienciaÉ» y otras en esa misma línea argumental, parecen realmente impropias de un funcionario del Estado y se auto-descalifican por sí mismas.
El registro y ponderación de relevancia de las variables gráficas de un escrito son minuciosas, objetivas, múltiples, precisas, altamente específicas y abarcando parámetros tan diversos que no resulta nada fácil confundir una muestra gráfica con cualquier otra, ya que las probabilidades -las ciencias aplicadas se basan fundamentalmente en la lógica inductiva- de que una persona presente las mismas variables gráficas -cuantitativa y cualitativamente hablando- en todos los órdenes del sistema grafonómico, como la presión y subvariables, ritmo-movimiento, conducta de ejes geotrópicos, aspectos grafométricos, rasgos de procedencia y orientación espacial, especificidades de cohesión, etcétera, demuestran experimentalmente que es imposible manejar todos los parámetros de la propia grafonomía sin ser el verdadero acreedor de dichas pautas de conducta gráfica, cuya base y asiento se halla en las estructuras corticales de su cerebro y en su módulos de memoria procedimental.
Se puede cuestionar o criticar, debatir o dialogar sobre las conclusiones de un estudio pericial caligráfico o documentoscópico, pero cuestionar, descalificar o sembrar la duda sobre técnicas científicas tan amplia y eficazmente utilizadas en los tribunales de Justicia en España y en toda Europa -por no decir en todo el mundo, como antes señalábamos- es, a nuestro entender, poco serio y absolutamente censurable.
Sin querer extendernos más, pensamos que se puede defender, criticar, argumentar, polemizar, discutirÉ, sin necesidad de descalificar, violentar, infundir dudas o sospechas sobre una técnica científica, la Grafística y la Documentoscopia, cuya función social y forense ha sido y es de suma utilidad. Descalificaciones que siembran dudas y sospechas de inoperancia en los funcionarios policiales y en los peritos profesionales del todo inadecuadas, pues como señalaba el sábado 24 de febrero en la revista literaria «Ñ» de Buenos Aires Bernardo Nante, «La sospecha es psicológicamente más efectiva que la evidencia».
Manuel J. Moreno y Francisco Diego Llaca son presidente y vicepresidente, respectivamente, de la Asociación Colegial de Peritos Calígrafos de Asturias.